Hoy, 10 de diciembre, se celebra desde 1948 el Día Internacional de los Derechos Humanos. Un día para reflexionar sobre lo que movió a ésta declaración: ponerle fin a la violencia, la discriminación y el odio masivo e injustificable que se arremete contra los seres humanos por determinados motivos.
Luego de 32 años, bajo las mismas razones, en éste día se comienza a celebrar también los derechos animales: con motivo a ponerle fin al especismo bajo el cual se rigen las culturas, tradiciones y educaciones impartidas en todo el mundo. Es por ello que podríamos decir que el 10 de diciembre se celebra el Día Internacional de los Derechos de Todos los Animales, puesto que nosotros también lo somos.
La relación es evidente: no aprenderemos a respetar a otros seres vivos (humanos o no-humanos) si no somos educados en la idea fundamental de que ellos valen por si mismos y más allá de que nos parezcan simpáticos o dignos de atención. Los flagelos de la xenofobia, el sexualismo, el racismo, el sexismo, la discriminación y la explotación de todo tipo, nacen de un sistema que nos educa y programa para pensar y explicarnos el mundo de manera tal, que siempre haya otro que queda "por debajo" y que terminará sufriendo las consecuencias de nuestros actos.
La historia de la Humanidad está llena de acontecimientos luctuosos y sangrientos. De muchos nos podemos dar cuenta del porqué la memoria colectiva nos obliga (las batallas de liberación de diferentes países frente a las colonias, la primera o la segunda guerra mundial o las más actuales guerras de Irak, Afganistán, etc.) a actuar así. Sin embargo, no tenemos que acudir a la memoria colectiva para darnos cuenta de la sistemática discriminación, manipulación y masacre que sufre un colectivo formado por cientos de millones de individuos, a quienes sacrificamos día a día porque no nos parecen dignos de consideración moral: los animales que mueren en los mataderos, los que sufren en los laboratorios de experimentación, los que sufren siendo animales de compañía sin la debida atención de sus cuidadores, los que son condenados a morir en espectáculos "tradicionales", los animales encerrados por su belleza y exotismo en los zoológicos, o los que son obligados a ir contra su naturaleza para entretenernos en los circos, ferias de entretenimientos, etc.
Si te interesan los derechos humanos, si te acongoja la injusticia que el hombre comete contra los seres humanos de otras razas, de otro sexo, de otra orientación sexual e incluso de una diferente opinión política; no puedes entonces ser ciego ante las injusticias que social y globalmente cometemos contra los animales no-humanos. El especismo, el racismo, el sexismo, el sexualismo, están íntimamente conectados, y no hay chance de terminar con esta lacra si no somos capaces de educar a los que vienen y a nosotros mismos en el respeto y la consideración moral de los que son diferentes.
¿Y cómo ejercemos éste respeto? Evitando la violencia y dejando de auspiciar la masacre con nuestro dinero y con nuestros actos: dejar de comer carne, dejar de asistir a espectáculos o recintos que lucren con la vida de los animales (después de todo, no son más que cárceles que restringen su libertad a cambio de comida...), escogiendo productos que no estén experimentados en ellos, enseñando a tus hijos a respetar a todos los seres de otras especies. Es fácil "amar" a tu perro o tu gato mientras echas carne de cerdo a la parrilla... pero, si somos consecuentes, lógicos y racionales, esa esquizofrenia moral causa mucho daño y perjudica la vida de miles de millones de seres inocentes.
¡Hazte responsable! Por los animales (humanos y no-humanos). ¡Vive vegano y salva vidas!
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