miércoles, 16 de noviembre de 2011

La 'mujer mono' quiere regresar a México.

Al principio fue conocida como "la mujer más fea del mundo", después como "el eslabón perdido", pero al final todo quedó reducido a "la mujer mono". Así pasó a la historia, así recorrió los circos y teatros de Europa y bajo ese nombre terminó también arrumbada en un sótano de Noruega.

Lo descubrió este lunes el diario 'Reforma' que publicó una entrevista con la mexicana Laura Anderson Barbata, que ha investigado la increíble historia de la indígena, Julia Pastrana, y exige para ella un entierro digno en Sinaloa. Una azarosa vida de 'freak' cuya repatriación parece tan complicada como su vida.

Julia Pastrana llegó en 1857 a Londres después de una exitosa gira por ferias de Estados Unidos y Canadá. Medía 1’37 cm, tenía un tupido pelo negro por todo el cuerpo, una pronunciada mandíbula, la voz dulce y aflautada y bailaba con gracia. Julia Pastrana, no sólo era la mujer barbuda era, para los científicos, el eslabón perdido, tras el que andaba Darwin.

Junto a ella llegó a Inglaterra su representante y futuro marido, Theodore Lent, un retorcido explotador del que no se separó nunca. Para cortejarlo Pastrana acentuaba su papel de monstruo, cantaba con voz de mezzo-soprano y tocaba la guitarra. Las investigaciones publicadas hablan de una mujer dulce, educada y extremadamente inteligente que amaba la lectura y que hablaba tres idiomas.

En 1854 se casaron y Lent, además de exhibirla en funciones masivas, empezó a vender entradas y hacer pases privados para mostrar a su esposa en el propio salón de casa.

Embarazo y muerte.

Julia Pastrana se quedó embarazada en 1860 y Lent vendió entradas para el parto, que se produjo durante una gira en Moscú. Pastrana dio a luz a un niño que heredó sus características físicas pero que apenas vivió 35 horas. Ella murió dos días después tras una horrible agonía que su marido también rentabilizó económicamente. Lent mandó momificar el cuerpo de Julia y del bebé recién nacido y los colocó en una vitrina que siguió mostrando por todo el mundo.

Tras la muerte del empresario, su cuerpo pasó de un dueño a otro y así hasta que en 1973 hizo su última gran gira por Suecia.

A partir de ahí comenzó un triste peregrinar por institutos forenses y universidades hasta que terminó con sus huesos en el Instituto de Ciencias Médicas de la Universidad de Oslo junto a otros ocho mil esqueletos. Sólo quedaba de ella una figura acartonada y amarillenta, llena de polvo y calvas, comida por las ratas.

Hace seis años la artista mexicana Laura Anderson Barbata, afincada en Oslo, conoció la historia y emprendió una batalla legal por lograr la repatriación de Julia Pastrana. "Quería entender por qué mantenían a Julia en una especie de limbo", cuenta al diario mexicano. "Ni era sujeto de investigación ni había sido enterrada" explica.

Convencer a las autoridades noruegas. 

En sus gestiones para convencer a las autoridades noruegas, Anderson Barbata supo que Pastrana fue bautizada en la religión católica y que en su juventud había trabajado como sirvienta para importantes familias de Sinaloa, pero no queda claro cómo llegó a Estados Unidos.

Algunas fuentes aseguran que fue comprada por Francisco Sepúlveda, administrador de la Aduana de Mazatlán (Sinaloa), y una vez en Nueva York, su intérprete, el estadounidense Theodore Lent, la cortejó y convenció para que se casaran, asumiendo así el control de su vida. Hoy, la vida de Pastrana podría considerarse una tragedia, pero en el siglo XIX, quienes nacían con deformaciones eran asesinados o condenados a morir en asilos reconoce uno de sus biógrafos, el noruego Lars O. Toverud.

Las autoridades noruegas han conservado su cuerpo (más bien sus restos) como sujeto de investigación científica pero en 2008 reconoció que nunca se había realizado estudio alguno. Lo único que se sabe es que Pastrana es considerado el primer caso documentado de hipertricosis generalizada congénita terminal con hiperplasia gingival. Tanto trastorno junto hizo que tuviera el cuerpo lleno de pelo y la cara con barba largas patilla y un pronunciado mentón que le daban el aspecto de simio que tanto atrajo al populacho de toda Europa.


Anderson Barbata confía en encontrar un acta de bautismo o de primera comunión que justifique la devolución del cuerpo por razones morales. "Quiero que Julia regrese a casa físicamente, enterrarla, y también conceptualmente, en la memoria de la gente", dice la artista, quien prepara un espectáculo multidisciplinario sobre la vida de Pastrana. Esperemos que no se convierta en la nueva Thedore Lent. 

FUENTE: EL MUNDO

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